¿Qué es la Phantasmagoria? Phantasmagoria es un mundo de horror y sombras, llevado al público en el siglo XVIII, mediante todo tipo de artefactos y escenografía.

Y es que a finales del siglo XVIII los franceses inventaron la Phantasmagoria (fantasmagorie, fantasmagoria), la cual se volvió muy popular en toda Europa rápidamente en los años siguientes. Pero para que ello sucediera se necesitaba la llamada Linterna Mágica.

Una de las primeras descripciones sobre el particular, aunque muy rudimentaria, fue realizada por Giovanni de Fontana, quien cerca del año 1420, aunque sin explicar en detalle el fenómeno, describía el concepto de funcionamiento de la Linterna.

Al proyectar sobre una pantalla y en forma ampliada imágenes pintadas sobre placas de vidrio, el dispositivo llamado Linterna Mágica (laterna magica, nominación latina utilizada por primera vez por Thomas Walgensten alrededor de 1660), se convirtió en el medio de entretenimiento y comunicación por antonomasia de toda una época.

La Linterna Mágica, como tal, se desarrolló en el siglo XVII. Athanasius Kircher publicó en 1646 un texto titulado Ars Magna Lucis et Umbrae (La gran ciencia de la luz y la oscuridad), pero al parecer no había ninguna referencia sobre este aparato, aunque se le acreditaba el invento. El primer registro sobre dicho artefacto apareció en el manuscrito de Chrstiaan Huygens de 1659, el cual mencionaba un objeto capaz de proyectar imágenes al que se le considera el precursor del proyector actual.

Este artefacto descrito por Huygens se formaba de una cámara oscura que tenía un juego de lentes y un soporte corredizo en el cual se ponían las placas de vidrio pintadas con las figuras, las cuales eran las transparencias. Las imágenes eran iluminadas con una lámpara de aceite, pues aún no había luz eléctrica. También tenía una chimenea para dejar salir el humo.

Al principio, la Linterna Mágica se utilizaba para proyectar imágenes pintorescas e infantiles, pero pronto los demonios y esqueletos hicieron su aparición en ellas dando pie a la Phantasmagoria. Las historias de fantasmas se volvieron populares y sus creadores se convirtieron en verdaderos ilusionistas del cine de horror.

Cuando la proyección se realizaba a oscuras, lo cual constituía una de las condiciones imprescindibles para la puesta en escena fantasmagórica, la pantalla (por lo general una tela  o un lienzo también oscuros) se volvía invisible y las imágenes o las formas proyectadas parecían flotar en el aire. El antecedente más antiguo que se conoce de un aparato semejante es un  dibujo  que  figura  en  un  tratado  renacentista  del  físico  e ingeniero  Giovanni  de  Fontana,  conocido  como  Bellicorum  instrumentorum  liber. En uno de los bosquejos que componen el tratado se puede observar a un hombre sosteniendo una lámpara o linterna, y sobre la pared a una gran imagen (proyectada) del diablo. El dibujo, en el cual la proyección se encuentra ubicada en  el  mismo  sentido  que  la  imagen  de  la  lámpara  —lo  cual,  desde  un punto de vista óptico (al menos según los principios ópticos que explican el  funcionamiento  de  estas  primeras  linternas  mágicas)  es  correcto—  está acompañado de la siguiente frase: “Apariencia nocturna para observadores aterrados   [Apparentia   nocturna   ad   terrorem   videntium].”

Entre  1660  y  1670,  Thomas  Rasmussen  Walgensten,  profesor  de matemáticas  en  la  Universidad  de  Leyden,  viaja  por  diferentes  países  de Europa con su “linterna del miedo”, evocando espíritus y personas difuntas. Luego de Walgensten, la primera figura relevante en esta reconstrucción de la fantasmagoría es el ilusionista y ocultista alemán Johann Georg Schröpfer, quien  comienza  a  utilizar  la  linterna  mágica  para  proyectar  fantasmas  y convencer al público sobre su capacidad para comunicarse con los muertos.

Otro ilusionista alemán del siglo XVIII, Paul Philidor, también conocido como Paul de Philipsthal, mejora las técnicas de Schröpfer y lleva las funciones de fantasmagoría a diversos lugares de Europa. Philidor, quien llama a sus shows,  en  honor  al  hombre  en  quien  se  había  inspirado,  “apariencias  de fantasmas al estilo Schröpfer [Schröpferesque Geisterscheinings]”, lo mismo que Walgensten y Schröpfer, contribuye a crear un vínculo —nunca disuelto hasta el siglo XX— entre la fantasmagoría y la muerte.

Más allá de estos casos relevantes para la historia de la fantasmagoría, la figura fundamental e indiscutible es, sin duda, como ya lo hemos anunciado, Étienne-Gaspard  Robertson.  En  1780,  el  excéntrico  belga  comienza  a experimentar con diversas técnicas para producir lo que más adelante llamará “fantasmas artificiales [fantômes artificiels]”  (Robertson,  1831,  I:  195).

Étienne-Gaspard “Robertson” Robert presentó su primera Phantasmagoria en el Pabellón de l’Echiquier en París. El proyector se colocaba tras una manta traslúcida fuera de la vista de la audiencia, pero Robertson pronto descubrió que podía utilizar el proyector con ruedas al que llamó “Phantascope” para generar imágenes en movimiento o que éstas se hicieran grandes o pequeñas, cuidando que la imagen estuviera bien enfocada en todo momento.

Con el éxito, Robertson llevó su espectáculo a Viena y a San Petersburgo. Después se movió a una cripta capuchina abandonada cerca del Palacio Vendôme, donde proyectó durante seis años todo tipo de historias acompañadas por efectos de sonido y con ambiente escalofriante proporcionado por la cripta. En este espectáculo, Robertson utilizó imágenes rodeadas de color negro para simular el libre movimiento de los fantasmas, aunque también utilizaba varios proyectores para poner a los fantasmas en distintos entornos. Las proyecciones consistían en fantasmas y esqueletos que se aproximaban al público, para agregarle un toque más horrorífico, Robertson y su equipo añadían voces a los fantasmas, lo cual asustaba al público totalmente.

El realismo de la Phantasmagoria de Robertson estaba tan bien realizado que la policía detuvo uno de sus shows, ya que creían que tenía el poder de atraer fantasmas y demonios. Debido a una demanda judicial del 1799, Robertson tuvo que confesar ante el público sus secretos sobre las proyecciones, lo que al poco tiempo generó la aparición de shows similares en Europa y Estados Unidos, aunque muchos no eran tan elaborados como el de Robertson.

Antes  de cada proyección fantasmagórica, Robertson salía a escena y le comunicaba al auditorio que haría aparecer los espectros de los familiares difuntos más amados. El nexo entre la fantasmagoría y la muerte, lo que Terry Castle, en un notable ensayo titulado Phantasmagoria and The Metaphorics of The Modern Reverie,  ha  llamado  “…el  poder  seudonigromante  de  la  linterna  mágica [the  magic  lantern’s  pseudonecromantic  power]…”  (1995:  146),  alcanza,  en  las funciones de Robertson —reforzadas por las voces también fantasmales de los ventrílocuos— un grado extremo de sugestión.

Sin embargo, en 1801 se revolucionó la manera de apreciar la Phantasmagoria gracias al éxito de Paul Philidor, tal y como comentábamos hace unos párrafos, presentado en Londres en el Teatro Lyceum, en el cual Philidor tomó la decisión de no querer engañar más a la gente al tratar de hacerles creer que las apariciones eran reales. Así, Philidor comenzó su espectáculo con un discurso en el cual dejaba en claro que la Phantasmagoria era sólo para entretener.

Por su parte, Edmé-Gilles Guyot experimentó con la proyección de fantasmas y humo.

Para 1803, la Phantasmagoria llegó a Estados Unidos al Mount Vernon Garden en Nueva York. En los años siguientes se desarrollaron diversos espectáculos, pero al poco tiempo se volvió obsoleta, aunque las proyecciones y sus técnicas fueron utilizadas en distintos campos. Por ejemplo, aquellos trucos utilizados en los filmes de  Georges Méliès, quien produjo lo que se considera la primera película de horror “Le Manoir du diable” (1896).

Lamentablemente la Phantasmagoria desapareció. La Phantasmagoria fue un primer intento de horror representado teatralmente, una de las primeras formas de aterrorizar al público de los teatros. La Phantasmagoria dejó ver un mundo de sombras y fantasmas que formaron parte de los espectáculos cinematográficos y teatrales que no deberíamos olvidar.

Por cierto, que hay una película que refleja el espectáculo de la Phantasmagoria. Quizás alguien recuerde “El ilusionista”, dirigida por Neil Burger y protagonizada por Edward Norton, donde la policía perseguirá a un ilusionista relacionado con espectáculos de fantasmas y posibles asesinatos.

Y si quieres asistir a una demostración de Phantasmagoria, tienes una oportunidad el sábado 23 de septiembre del 2017, a las 10 horas, en la nueva sede de la masonería en Barcelona. Más información y reservas en  http://www.planetainsolito.es/presentaciones/phantasmagoria/

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