La aparición de la mayoría de los orbes suele atribuirse al efecto de backscatter o retrodispersión de los flashes utilizados en cámaras fotográficas, en especial cámaras compactas o smartphones, que lo tienen demasiado cerca del objetivo.
No son más que partículas en suspensión desenfocadas, y su forma es circular debido a la difracción y la forma del objetivo; el fenómeno se produce más fácilmente con las cámaras compactas digitales y teléfonos móviles, que tienen el flash más cerca del ojo de la cámara (más en el eje), mientras que en cámaras DSLR los orbes aparecen con mayor dificultad.
Para que un orbe aparezca se necesita que el tamaño de la partícula de polvo en suspensión, o condensación de agua, ocupe el tamaño del fotodiodo del sensor de una cámara. Como en las compactas, smartphones o cuatro tercios, es relativamente pequeño, el grano de polvo o agua ocupa el fotodiodo y aparece el orbe. Sin embargo, si la cámara es full frame, al tener un tamaño de sensor mayor, los orbes no aparecen. Ergo, si fuera un fenómeno real, el orbe no distinguiría entre smartphones o cámaras full frame.
Para que un orbe aparezca se necesita un ambiente oscuro, una cámara compacta o teléfono móvil desde el que disparar la foto, un flash o luz continua, y un ambiente cargado de polvo o húmedad (condensación de agua).
Los creyentes en fantasías argumentan que los orbes tienen movimiento. Pues claro, el polvo nunca está quieto, cualquier pequeña ráfaga de aire lo mueve de aquí para allá.
Y aunque el fenómeno tiene una explicación lógica, que cualquier experto en fotografía conoce perfectamente, los creyentes en fantasías argumentan que se trata de ángeles, espíritus o energías. Y, peor aún, ven rostros en las pareidolias del polvo.
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