En la Edad Media los reyes se hacían buscar cuernos del legendario unicornio para triturarlo y mezclarlo con agua y vino, lo que según sus creencias, les proporcionaba una alta longevidad.

Desde tiempos inmemoriales siempre se ha buscado el elixir de la eterna juventud, y aunque se dice que algunos alquimistas lo consiguieron destilar, nadie ha podido demostrarlo hasta la fecha. Pero el siglo XXI es el siglo de los descubrimientos científicos, y como no podía ser de otra manera, el elixir quizás no, pero el gen de la eterna juventud parece haber sido descubierto.

Hace cuatro años, David Sinclair y su equipo de investigación en Harvard hallaron que un polifenol, conocido como Resveratrol, tenía una inusitada capacidad para extender la esperanza de vida en ratas protegiendo sus mitocondrias, generadoras de energía que se encuentran en el interior de las células. Seguro de su descubrimiento, Sinclair creó una empresa farmacéutica (Sirtris, hoy comprada por el gigante Glaxo Smith Kline) con el propósito de obtener un derivado farmacéutico del resveratrol. con su isómero activo; el trans-resveratrol.

En realidad el resveratrol es uno de innumerables compuestos vegetales que llamamos fitonutrientes, más específicamente dentro de los agrupados como polifenoles, de los que hay cientos. Estos fitonutrientes actúan de muchas formas y posiblemente la más importante, y por qué no decirlo fascinante, es debida al control genético que puede ejercer sobre el organismo. A esta ciencia se le conoce como nutrigenómica, y se refiere a cómo los alimentos poseen una información codificada que puede ser transmitida a nuestro cuerpo., llamada xenohormesis.

El resveratrol, sin embargo, es fruto de una respuesta de estrés en ciertas plantas (como la vid roja), de la que se pueden beneficiar organismos como el del ser humano. Es indudable que las propiedades del resveratrol son innumerables, pero por desgracia la exageración por parte de algunos productores o medios y el deseo de los consumidores de obtener compuestos casi milagrosos, han llevado a muchos de estos consumidores a considerar el resveratrol una píldora mágica. Y lo es, pero hay que tener cuidado de lo que se compra por Internet, pues muchos de los derivados que se venden ni tan siquiera incorporan resveratrol o lo hacen en dosis tan ínfimas que apenas tienen beneficios para el organismo.

En el estudio de David Sinclair publicado en Nature en 2006 y que dio la vuelta al mundo («Resveratrol improves health and survival of mice on a high-calorie diet», Nature, noviembre 2006), se demostró cómo una dosis elevada de resveratrol (de 24mg por kg de peso) eliminaba la posibilidad de diabetes o enfermedad cardiovascular en ratas aun siguiendo una dieta alta en calorías y grasas. En efecto, el colesterol no es el gran enemigo cardiovascular que nos han hecho pensar. Obtenidas directamente de este estudio son las siguientes siete conclusiones acerca de los efectos del consumo del resveratrol:

1.- Incremento de la sensibilidad a la insulina, lo que conduce a un mayor control del azúcar en sangre.

2.- Reducción del factor de crecimiento insulínico IGF-1, el cual se sabe que promueve el crecimiento del cáncer.

3.- Incremento de la AMP-activada proteína kinasa (AMPK), un sistema de comunicación que controla la sensibilidad a la insulina y previene la diabetes.

4.- Aumento de la proteína receptora PPAR, que mejora la sensibilidad a la insulina.

5.- Incremento del número de mitocondrias producidas por las células, lo que aumenta la capacidad de quemar calorías así como la energía.

6.- Mejora de la función motora, haciendo a las ratas más ágiles.

7.- El resveratrol ralentizaba el envejecimiento modificando 144 de los 153 mecanismos metabólicos controlados por los genes.

En resumidas cuentas, ¿qué es lo que nos dice este estudio? Que el envejecimiento es dependiente del metabolismo de la glucosa y la insulina. O dicho de otra forma y para que se entienda, si se toma demasiada azúcar o carbohidratos glucémicos en la dieta, tu cuerpo libera mucha insulina. La inflamación y los radicales libres acabarán dañando a las mitocondrias de las células, lo cual favorece la resistencia a la insulina. Una dieta alta en carbohidratos, azúcares, omega6 y grasas trans, más la falta de actividad física y la carencia de nutrientes son todos ellos factores que acaban perjudicando a las mitocondrias, al propio metabolismo y a nuestra salud y bienestar.

Si bien no debemos considerar al resveratrol como el producto que da vía libre a la ingestión indefinida de calorías y alimentos erróneos, es un gran nutriente antienvejecimiento tomado como complemento, porque regula el azúcar y la insulina. Y, por ende, se le puede considerar el medicamento vegetal, una vez ya transmutado, perfecto para empezar a considerarlo como el elixir de la eterna juventud.

Los estudios comparativos con los experimentos con ratas, han demostrado que la dosis diaria a ingerir de resveratrol es de 500 mg por cada 23 kilos de peso.

Con todo, los avances científicos no cesan. Uno de los últimos estudios acerca de cómo la nutrición puede influir sobre los genes de la longevidad se centra en el pterostilbeno, un polifenol muy similar al resveratrol. El pterostilbeno se halla en las uvas y en los arándanos. Una de las conclusiones menos discutidas en el mundo del anti envejecimiento es que la restricción calórica dentro de una nutrición adecuada prolonga la vida de los animales. Una y otra vez ha sido demostrado, con tasas de prolongación de la longevidad, que se supera el 50% sobre la esperanza de vida normal en los estudios con animales.

Si observáramos detenidamente el pterostilbeno y el resveratrol, podríamos ver que su estructura química es muy similar, al igual que sus funciones. Es como si sus acciones fueran complementarias y sinérgicas.

Existen múltiples familas de polifenoles, como las proantocianidinas, los flavonoles, los ácidos fenólicos o los estilbenos. Y si bien el resveratrol era hasta ahora probablemente el único estilbeno que había sido objeto de un estudio extensivo y con reconocidos beneficios, ahora también podemos afirmar que a otros se ha incorporado el pterostilbeno, un polifenol de la familia de los estilbenos.

El punto de inicio sobre lo que serían los grandes descubrimientos del pterostilbeno probablemente se deba a la química Agnes Rimando, del Laboratorio de Investigaciones para la Utilización de Productos Naturales, mantenido por el Servicio de Investigación Agrícola (ARS) de EEUU. Según comenta Rimando: «En realidad, aislé el pterostilbeno de una planta proveniente de Tailandia cuando era una estudiante postgraduada en la Universidad de Illinois en Chicago (UIC)». Y prosigue: «En ese momento, encontré que este compuesto era un tóxico en algunas líneas de células de cáncer, específicamente las células del cáncer de mama. Más tarde, reanudé mi interés en saber si el pterostilbeno podría inhibir el cáncer cuando ya el mismo resveratrol fue reportado como capacitado para prevenir el cáncer».

Tenemos así dos polifenoles, el resveratrol y el pterosilbeno, capaces de alagarnos la vida más allá de la esperanza de vida habitual en el hombre, y con características añadidas que incluso combaten otras enfermedades. Lo malo de todo ello es que se sabe muy poco del tema, y aún se desconoce en el ser humano, qué dosis es la indicada y con qué otros elementos se deberían combinar, para que los polifenoles sean absorbidos correctamente por el organismo.

De esta guisa, tenemos decenas de medicamentos que combinan resveratrol y otras sustancias, o lo mezclan con el reciente pterosilbeno, sin saber a ciencia cierta cuáles son los más indicados. Es por eso que, aparte de escribir este informe a título periodístico, no me atrevo a recomendar uno u otro producto, aunque en ningún momento pongo en duda las propiedades del resveratrol y creo en ello. Pero aparte de que sería publicidad, no creo que me corresponda decidir cuál producto, de los muchos que hay en el mercado, es el mejor. Rogaría por tanto, a todos los lectores, que no pregunten sobre este particular, pues es más que evidente que no puedo responder ni lo quiero hacer.

Lo más importante es que en pleno siglo XXI, la fórmula de la eterna juventud cada día está más cerca.

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