La novela más conocida de H.G. Wells fue «La máquina del tiempo». Pero antes de esta obra escribió varios artículos y relatos, entre ellos «El hombre del año un millón», que fue publicado en 1893, dos años antes de hacerse mundialmente conocido y muy rico con la publicación de «La máquina del tiempo».

En este texto el propio Wells imaginó cómo sería el hombre del futuro y nos dio una descripción del mismo.

Según la imaginación de Wells, en el futuro «el hombre no necesitaría piernas ni brazos de gran tamaño», así que en su relato, el descendiente del ser humano tiene unos brazos y unas piernas cortas. Además, mencionó que el hombre no necesitaría comer como lo hacemos nosotros, sino que absorbería los nutrientes por la piel. Para comer se bañaría en un caldo nutritivo. Como no necesitaría el tubo digestivo (esófago, estómago, intestinos y otras tripas), el tronco sería mucho más pequeño, con órganos respiratorios minúsculos. Lo mejor es que, según Wells, el cerebro (y con él, el cráneo y la cabeza) crecería en desmesura. Y, por supuesto, las manos serían desproporcionadas.

¿A alguien le suena este arquetipo?

Correcto, es la viva estampa del típico extraterrestre gris, el que se hizo famoso como descripción de la abducción de Betty y Barney Hill en 1961, que luego popularizó Spielberg en «Encuentros en la tercera fase» en 1977 (donde todavía eran buenos) y Whitley Strieber en 1987, con su novela «Communion» (aquí se hicieron malos).

Algún conspiranoico podrá pensar que H.G. Wells tuvo algún episodio de contactismo con estas entidades grises y por eso los describió de esta forma. Pero cuando lo entrevistaban, Wells siempre dejaba claro que todo era fruto de su imaginación, que así veía al hombre del futuro y nada más,

CC BY 4.0 Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.