Para esta propuesta se trata de acudir Andorra, lugar que la mayoría conoce por sus pistas de esquí y sus tiendas, todo enfocado hacia el turismo. Pero Andorra todavía esconde algunos secretos.

Según lo que data en la Wikipedia, en la Edad Media, los valles de Andorra pertenecían al condado de Urgel. Con la expansión de este condado hacia el sur (Mur, Àger, Ponts, Balaguer, Guissona, Agramunt, etc.), donde había terrenos más fértiles, las zonas montañosas dejaron de tener interés para el conde. El obispado cedió en feudo este territorio al Vizcondado de Castellbó. Por medio de enlaces matrimoniales, sus dominios pasaron a manos del condado de Foix. A partir de aquí, Andorra será un coseñorío: el obispo de Urgel y el conde de Foix. Durante el Siglo XIII, firmaron los Pareatges, documentos que fijan los límites del poder de cada coseñor. El conde de Foix irá adquiriendo poder (Bearn, Reino de Navarra y de ahí el Reino de Francia). Desde entonces, los jefes de Estado serán el Obispo de Urgell y el rey de Francia (hoy, el presidente de la República francesa).

Escaldes debe su nombre a las aguas sulfurosas que abundan en la región, aguas que brotan en medio de su casco antiguo o en sitios más alejados y que alcanzan hasta 601 C de temperatura, convirtiéndose en el principal atractivo turístico de la zona con sus balnearios y saunas. Engordany es un territorio menos agreste, literalmente unido a Escaldes, en la ladera del monte de Padern y en las cercanías del lago Engolasters.

Si salimos del pueblo en dirección hacia Encamp y siguiendo el paseo por la orilla del río Valira llegamos a la Plaza de Santa Anna. Aquí encontramos una cruz de término de tradición gótica, el antiguo puente de Engordany. Aún nos queda tiempo para subir al Lago de Engolasters, pasear por los caminos que rodean su entorno y visitar la iglesia de Sant Miguel de Engolasters, un recoleto templo románico.

Cuenta la leyenda que allí se encuentra un lago sumergido por la ira divina y que aún se localiza en su fondo. Y es que hace muchos siglos, en el lugar donde hoy está el bello lago, existía una población próspera, aunque con unos corazones muy duros. Un día de invierno apareció un hombre medio muerto de frío y de hambre. Rogó en diversas puertas que le dieran algo de comer y un techo donde cobijarse. Todos los habitantes le negaron la entrada. Finalmente acudió a la panadería.

Allí pidió a la dueña: “¿Puede, buena mujer, repasar con el cuchillo lo que quede en la panera y hacerme un poco de pan? ¡Es que me muero de hambre!”.

Y así lo hizo la mujer, pero al ver que le salía un hermoso pan, decidió venderlo y echar al mendigo de sus aposentos. El pobre acabó marchándose de la panadería, maldiciendo y muerto de hambre y frío.

Una bella joven que pasaba por la puerta de la panadería vio lo que sucedía, y llena de misericordia le invitó a que recogiera una hogaza de pan del hostal donde vivía. El mendigo le besó las manos y le dijo: “Gracias, chiquilla, pues tú has tenido compasión de mí; por lo tanto, vete corriendo y sólo así podrás salvar la vida”.

Cuando la joven se marchó del pueblo, sonaron los truenos y una avalancha de agua se cernió sobre el pueblo, convirtiendo aquel llano en el lago que conocemos ahora.

También se dice que las brujas de Andorra ascendían hasta el lago para celebrar aquellarres, completamente desnudas. Más de un hombre de aquellos valles iba a verlas bañarse desarropadas. Cuando las brujas lo supieron hicieron un encanterio para que cualquier hombre que subiera al lugar se convirtiera, de forma inmediata, en gato negro. Cuenta la tradición que, al poco tiempo, Andorra contaba con un buen número de gatos negros.

Si le apetece conocer esta Andorra misteriosa y pasear por las diversas rutas en torno al lago Engolasters, lugar de peregrinación de excursionistas, corredores, familias con sus bicicletas, pescadores, y todo tipo de amantes de la naturaleza, ésta es una nueva alternativa.

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