Dejadme que os cuente una historia sobre mi vida para que veáis que, lejos de creer en las coincidencias imposibles, parece como si nuestro azar ya estuviera prededeterminado.
Esta historia real comienza cuando a los nueves años de edad acudí a la boda de mis tíos Andrés y Mari. El convite se dio en la Colonia Güell donde se casaron; curiosamente, donde muchos años después el destino me tenía reservado convertirme en guía de este precioso lugar.
Durante el banquete me fui a jugar fuera del restaurante. Había una niña preciosa de mi misma edad columpiándose, rubita, muy simpática. Se llamaba Anita.… Leer más....