Durante el Gaudí 1st World Congress, celebrado a comienzos de octubre del 2014, en Barcelona, tuve la ocasión de poder asistir a algunas de sus conferencias. Desde estas líneas quiero agradecer a la organización por su impecable puesta en escena de un evento que tardará en olvidarse, dada la enorme calidad de los ponentes.

Hubieros muchas y muy buenas conferencias, pero hubo una que me llamó la atención particularmente, aquella que hace referencia a la Cripta Güell. Dos rusos, Ekaterina y Anton Lyubimkin, tuvieron a bien mostrarnos un vídeo de una infografía con la reconstrucción de la iglesia de la Colonia Güell si ésta se hubiera finalizado. Discrepo en cuanto a sus conclusiones sobre la orientación de la iglesia, dado que como siempre ocurre con los arquitectos sólo ven a Gaudí como un ingeniero, un arquitecto, sin tomar en consideración su parte simbólica. ¡Y ese es el error! No se puede conocer la obra de Gaudí, si aislamos arquitectura de simbolismo, dado que no se puede. ¡Todo es uno!

Por regla general, salvo excepciones, todas las catedrales cumplen una regla común en todas ellas con respecto a su orientación. Desde la celebración del primer Concilio de Nicea (325) la orientación de los edificios religiosos cristianos cambió en 180 grados; se estableció que la cabecera estuviera orientada al este en vez de al oeste como lo estaban los templos egipcios y romanos hasta entonces. Este cambio estaba más acorde con las creencias y simbolismos de la religión católica. Al amanecer, un rayo de luz penetra por los ventanales del ábside iluminando así la entrada, que es la parte más oscura en ese momento; esta luz es la que guía a los fieles, en un recorrido iniciático, desde los pies a la cabecera de la iglesia. Este simbolismo se acentúa más en el gótico, ya que la mayoría de ellas están construidas de vitrales, no de piedra.

Desde el cristianismo primitivo, la oración litúrgica se practicó mirando hacia el este (fuera o no esa la dirección de Tierra Santa), y la orientación arquitectónica de las iglesias se hace con la cabecera hacia el Este de modo que la luz de la mañana ilumina el altar mayor en cualquier parte del mundo. Tal costumbre puede entenderse como herencia de determinadas prácticas de la religión romana (Ex Oriente Lux -«del Este viene la Luz»-), e incluso un Padre de la Iglesia como Tertuliano recoge esta posibilidad de interpretación (una continuidad sincrética de los cultos solares), aunque sea para negarla. También puede entenderse como herencia de la religión judía (la orientación de la oración y las sinagogas hacia el Este -mizrah-).

Según rezaba el principio hermético del Kybalión: como es arriba, es abajo; así, los templos edificados en honor al dios-sol, se orientaban según el ciclo de solar. La Sagrada Familia no es una excepción, y la disposición de las tres fachadas siguen perfectamente este patrón: la del Nacimiento (nordeste), la de la Gloria (sudeste) y la de la Pasión (suroeste). Aunque es preciso añadir que cuando Gaudí se hace cargo de la obra, la orientación ya estaba determinada por la cripta construida por Francesc de Paula del Villar; su antecesor.

El proceso de orientación solar, resumido, sería así:

  1. Se sitúa un gnomon en el centro del solar donde se va a construir y a su alrededor se dibuja un gran círculo.
  2. El espacio de máxima separación entre la sombra proyectada por el sol del amanecer y el de la tarde nos indica el eje este-oeste.
  3. Dos círculos centrados en los puntos cardinales del primero señalan, por la intersección, los ángulos del cuadrado que corresponderá a la base del templo.

Todo ello responde al principio de que para un templo católico, al celebrarse las eucaristías a las doce del mediodía, el Sol recaerá en esos momentos sobre la zona sur, la de la iluminación. Si el ábside está colocado en este lugar, dada la teatralización del ritual católico, es cuando más se ilumina el ábside o altar, y por consiguiente al sacerdote que ejerce la misa. De esta gusa los feligreses quedan perplejos ante la explosión de luz durante la consagración del píxide.

Sin embargo, Gaudí no sigue el estricto canon de la orientación de las iglesias católicas. Gaudí abre sus puertas hacia el Oeste, hacia la zona de Jerusalén (Tierra Santa), como lo hicieron antes los templarios y posteriormente la masonería constructiva. Gaudí no coloca los altares o ábsides al sur, hacia el mediodía, sino al norte, hacia la oscuridad.

Durante los análisis de los arquitectos respecto a la orientación de la actual Cripta Güell, estos dedujeron que su orientación de la puerta hacia el sur responde a que Gaudí enclaustró la iglesia en una montaña, acomodando el espacio a la propia naturaleza. No tienen en cuenta que el genial arquitecto ya hizo lo propio con la Sagrada Familia, siendo un esquema que se repite en la obra de Gaudí. Es decir, no es arbitrario, sino realizado expresamente. No me olvido de que Francisco de Paula del Villar ya realizó en su momento la disposición de la planta de cruz latina en la cripta de la Sagrada Familia; pero será Gaudí el que cambie la disposición de los elementos, manteniendo el ábside hacia el sur en la cripta de la Sagrada Familia, según dispuso Paula del Villar. No obstante, el templo superior está orientado hacia el estilo gaudiniano, con el altar hacia el norte, al igual que ya hizo con la Cripta Güell, y tipificando la puerta sur (como también ocurre con la facha de la Gloria en la Sagrada Familia), como principal, muy del estilo de la masonería constructiva medieval. Y ahí encontramos un dato francamente interesante.

¿Por qué los arquitectos no han dado con este detalle? Se olvidan los arquitectos que Gaudí no es sólo ingeniería, sino simbología. Sólo cuando se auna la arquitectura con la simbología es cuando apreciamos a Gaudí en su conjunto y lo comprendemos. Mientras la obra de Gaudí sea contemplada como un mero ejercicio arquitectónico, los científicos serán incapaces de comprender el significado sobre lo que el genial maestro quiso transmitirnos.

Por cierto que si la iglesia se hubiera concluido el piso superior dispondría de una puerta orientada hacia Tierra Santa, es decir, estaríamos ante una puerta templaria.

Gaudí, genio y figura hasta la sepultura, sigue sorprendiendo a medida que lo vas descubriendo. Sólo me he ocupado de la orientación de esta iglesia; pero ni qué decir tiene que hay otros trucos escondidos; como las ventanas de la llamada cripta, que a modo de crisálidas se transforman en mariposas al abrir sus ventanales tirados por cadenas. Algo que se encuentra reflejado en muchos textos sobre Gaudí; si bien no se menciona que estos ventanales actúan como si de un reloj solar se tratase, comenzando por el lado este a las 6 de la mañana e iluminando cada ventana por cada hora transcurrida.

O el curioso baldaquino de Gaudí, representación de la recepción del Espíritu Santo, que sin embargo no está colocado encima del altar, pues el sacerdote no se lo merece, sino sobre una representación escultórica de la Sagrada Familia. Una pequeña maldad que pasa desapercida a ojos de muchos, pero que expresa sinceramente por quién sintió simpatías el maestro.

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